04/2016
Por Ricardo Amorim y EIC
Transformaciones importantes, profundas y duraderas normalmente no ocurren de la noche a la mañana. Toman tiempo y son una consecuencia de fuerzas que se suman y que, al madurar, traen a flote cambios que hasta ese momento eran imperceptibles.
Es demasiado temprano para decirlo con seguridad, pero Brasil tal vez esté pasando por una de esas transformaciones, todavía en fase subterránea y silenciosa. Hasta ahora se plantaron cinco semillas:
1. El fin de la cultura de la impunidad generalizada y aceptación de la corrupción – bajísimo riesgo de punición y gran potencial de ganancias crearon una cultura en que la corrupción se vio, por mucho tiempo, como “la forma como las cosas son en Brasil”. El corrupto era considerado como la norma; el honesto, como el bobo. Puniciones severas a algunas de las personas más poderosas del país, incluso empresarios, como Marcelo Odebrecht, y políticos, como el líder del gobierno en el Senado, Delcídio do Amaral, y potencialmente otros mucho más poderosos, elevaron el riesgo de los candidatos a corruptos y corruptores. Además, la decisión del Supremo Tribunal Federal de autorizar el encarcelamiento de un acusado después de una condenación en segunda instancia “cerró una de las ventanas de la impunidad en el proceso penal brasileño”, según el juez Sérgio Moro. Finalmente, si hay suficiente presión de la sociedad, se pueden dar cambios importantes en la ley de combate a la corrupción (10 medidas contra la corrupción).
2. La mejora del nivel educativo brasileño a lo largo de las dos últimas décadas – la calidad de la educación brasileña es pésima. Por ello, se notó poco el aumento del acceso de brasileños a la enseñanza de nivel medio y universitario. Obviamente, hay que mejorar – y mejorar mucho – la calidad de la educación en el país. Pero es menos obvio que, incluso con educación de baja calidad, el nivel educativo de nivel medio del brasileño mejoró mucho en las últimas dos décadas simplemente porque más de una decena de millones de brasileños que no iban a la escuela ni a la universidad empezaron a hacerlo. Aún tenemos que evolucionar mucho, pero un pueblo más educado es más productivo, es menos vulnerable a manipulacionesy exige más de sus líderes.
3. La expansión del acceso a Internet y las redes sociales. Nosotros, los brasileños, tenemos que exigir más de nuestros gobernantes y es más fácil hacerlo cuando la mayoría de los brasileños tiene acceso a Internet y las redes sociales, como hoy en día, para manifestar lo que piensa, organizarse y protestar. La importancia de este factor en la Primavera Árabe habla por sí solo.
4. El cambio del perfil religioso – en las últimas décadas, particularmente entre las capas de menor poder adquisitivo de la población, hubo una expansión muy importante de la iglesia evangélica. El hecho de que diversos líderes religiosos y políticos inescrupulosos se aprovecharon de esto en beneficio propio fue muy notorio. Por otra parte, el hecho de que la ética de vida y trabajo de este grupo tienda a ser diferente a la de la mayoría de la población brasileña recibió poca atención. La ética protestante de valoración del trabajo para tener una vida mejor, si se generaliza, puede ser un elemento importante para revertir la cultura del paternalismo estatal que, hace algunos años, bauticé de Bolsa-Brasil (Beca Brasil) y que es un componente importante de los problemas brasileños. Además, la honestidad parece ser un valor más arraigado entre evangélicos fervorosos que en la mayoría de la población brasileña.
5. La ascensión social y económica de la nueva clase media – decenas de millones de brasileños que nunca tuvieron acceso a una gran variedad de productos y servicios no tenían ni siquiera la expectativa de tener dicho acceso. No cambió solamente el nivel de consumo de estas personas, sino que también cambiaron sus expectativas. Esperan mantener lo que conquistaron y conquistar aún más a lo largo de la vida. Actualmente, está ocurriendo lo contrario. Muchos están viendo su situación deteriorarse, lo que resulta en insatisfacción y una presión sobre los líderes políticos que no existía antes. La población que nunca tuvo una vida mejor y no esperaba que mejorara no tiene exigencias; la que vivió una mejora y la está perdiendo, sí. Además, al mejorar su nivel de ingreso y consumo, muchos dejaron de ser beneficiarios de programas sociales del gobierno y se convirtieron en sus financiadores, al pagar impuestos muy elevados sobre el ingreso y consumo. Esto puede ser un componente de presión para derribar al actual modelo de Estado proveedor hinchado, caro e ineficiente.
Para desarrollarse, crecer y generar árboles que den frutos, las semillas requieren riego y cuidados. La transformación de Brasil en un país mejor tampoco ocurrirá por sí sola. El trabajo será difícil y arduo, pero al menos ya se plantaron las semillas.
Ricardo Amorim es presentador del programa de televisión Manhattan Connection del canal Globonews, presidente de RICAM Consultoría, el brasileño más influyente en LinkedIn, único brasileño en la lista de los mejores y más importantes ponentes mundiales del Speakers Corner y el economista más influyente de Brasil según la revista Forbes.
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